Y se araña el alma, una y otra vez, buscando matar la herida que se ha llevado su sonrisa y las ganas de existir. No consigue sanarla, y en ataques de ira la golpea sin parar. "Si no consigo curarla, acabaré con ella" piensa con los ojos cerrados mientras vomita lloros descontrolados.
Se fue la luz.
(Foto: F. Woodman)