Su cara de sorpresa y angustia se solapaba al leer cada página de aquel guión. Repasaba los escritos anteriores e intentaba descifrar las virginales cuartillas venideras. Afinaba su vista pero era incapaz de adivinar qué sucedería. Ahora se dedicaba a asumir la desaparición de varios personajes de su historia, ya no compartirán más escenas, o quizá sí; ella aún no lo sabe.
A veces se da por vencida. No saber qué sentir le mata, le consume. Piensa en arrancar las hojas aún no escritas y dar por terminado el guión. Piensa en escribir con detalle cada una de esas páginas, en vencer el pánico al futuro en blanco. Piensa en marcharse lejos y desaparecer. Piensa en esperarle a la salida del trabajo y seguirle hasta casa. Le abraza cada noche aunque él no lo sepa, aunque él no quiera saberla.
El dolor en el pecho se extiende hasta el estómago y encoge su, ahora más frágil, cuerpo. Le duele. Se duelen. Le quiere. Se quieren.
(Foto: Henri Cartier Bresson)